martes, 18 de julio de 2017
sábado, 8 de julio de 2017
Veo, veo… ¿qué veo?
Centenares de escuelas públicas que padecen los saltos cualitativos
en el aprendizaje como si los renacuajos no se sintieran capaces de
cambiar de ciclo o de curso a ranitas, ni las orugas pudieran hacer el
tránsito a mariposas. No digamos si el trauma se refiere a enseñar
sencillamente las alas al mundo (“no me grabe, que le denuncio”) o a
conectar las antenas por medios digitales (“menuda mierda de Internet”).
El clímax de la autodesconfianza estalla o alterna al plantearse
elaborar un proyecto de vida con la materia de las experiencias
actuales, haciendo uso de las formas y los géneros de la vida social:
¿qué tendrán que ver las Matemáticas con el hambre, las Ciencias
Naturales con la recuperación de espacios ambientales, la Geografía con
los viajes, la Lengua con una asamblea parlamentaria o la Historia con
la memoria de los refugiados? Todavía peor, qué relación entre las
Matemáticas, la Lengua, las Ciencias Naturales, la Geografía, la
Historia… y el mundo de la vida.
Solo se tolera una forma de conexión mental, y solo gracias a algunos
magos de la Formación Profesional: apertura a las empresas y al empleo.
Pero, tal como se está creando ese mundo fuera de las escuelas,
contradice hasta los principios de coherencia. ¿Habría que enseñar lo
que pocas veces se hace, pero es nuestra responsabilidad? ¿O bien lo que
no debe hacerse, pero es práctica habitual?
Mi delirio por la clase trabajadora es consecuencia de las
contradicciones que frustran, de mil maneras, los esfuerzos por crear el sistema educativo que se adapte a sus necesidades y a sus potenciales,
en vez de amoldar los cerebros de un grupo de supervivientes para que
reproduzcan prácticas académicas del siglo anterior y echar fuera a
quienes no se ajusten al molde.
No hablo solamente de que abandonemos los libros de texto y nos
echemos al campo o a la investigación de campo. Tampoco de sustituir las
aulas por chismorreos en las redes sociales. Se trata de que las
escuelas asuman la realidad y, en consecuencia, se transformen
radicalmente: no la realidad del fracaso y el abandono, aunque fuera
bajo el disfraz del absentismo calculado y por itinerarios formativos
sin salida, como ahora mismo ocurre.
Nuestro reto consiste en incluir toda la realidad del alumnado y todo
el alumnado en el proceso comunicativo de su educación. Los métodos
innovadores, tomados aisladamente junto con sus aislados y pírricos
agentes, son un engaño o un cuento de hadas, si no se incluye en esta
historia la organización escolar.
Dado que nuestro país, tanto más cuanto más al Sur, a causa de
condicionantes históricos todavía vigentes, ha soportado que las clases
trabajadoras, en plural, también las trabajadoras del hogar o del
cuidado, abandonaran tempranamente la educación formal y fueran, desde
entonces, objetos pasivos de adoctrinamiento en masa a través de los
medios, públicos o privados, el primer paso de la educación inclusiva
tendría que crear espacios para el aprendizaje a lo largo de la vida de
las familias que son principales responsables de la educación de sus
hijas e hijos. Aunque los movimientos sociales de la última hornada han
procurado medios alternativos para multiplicar aprendizajes en forma de
talleres, espacios digitales interactivos y foros políticos, bancos de
conocimiento, periodismo ciudadano, cursos abiertos, MOOC o sucedáneos,
lo cierto es que apenas han afectado a las competencias de las familias
para acompañar el crecimiento de sus hijas e hijos desde la infancia a
la adolescencia.
En cuanto a los mal llamados adolescentes; por mejor decir, los
abundantes en neuronas y hormonas en proceso de reinventar mundos
sociales; no es alarmista constatar que se han instalado en la igualdad
de acceso a los smartphones y a una cierta variedad de géneros digitales
(chat, distribución de imágenes y vídeos, youtubeo), a falta de una
auténtica y constatable igualdad de oportunidades en la educación sobre
los géneros discursivos que necesitarían aprender cómo personas libres,
competentes y con derechos reconocidos.
Las hijas y los hijos de la clase trabajadora me provocan delirios,
no precisamente de grandeza, sino de pequeñez y de amor no
correspondido. Muchas de las aulas de nuestro tiempo son escenarios de
combate entre tendencias ideológicas y hábitos sociales que no pueden
ser discernidos, porque no hay una organización escolar que garantice la
participación, el diálogo y el compromiso entre todos los agentes
educativos, incluidos todas y todos: alumnado de variado género,
docentes improvisados, vocacionales o profesionales, familias de
distinta modalidad, agentes sociales organizados, servidores públicos de
diversas instituciones, profesionales en activo.
Mientras tanto no se articule legalmente un nuevo escenario para la
educación democrática e inclusiva, donde se prevengan espacios para la
educación social y la educación expandida, donde las aulas sin muros
sean un terreno compartido por varios docentes trabajando en equipos
educativos, hagamos un esfuerzo por quitarnos las máscaras de la
hipocresía.
Por muchos premios que nos den o dejen de dar, por mucho que insistan
las grandes corporaciones en presumir de la solución tecnológica, casi
todos los docentes somos reyes y reinas destronados, sometidos a
humillación diaria, a quienes se sigue condenando a la soledad y a la
frustración. La utopía se ha convertido en delirio educativo de/por la
clase trabajadora.
Quememos las naves. Acampemos en las escuelas y disfrutemos el placer
de reinventarlas con los adolescentes y reconocer su abundancia.
Atendamos la diversidad en equipo, nunca más por medio de pretextos
burocráticos que profundizan la segregación. Aprovechemos nuestras redes
locales para tejer alianzas globales.
Título Original: "Delirio educativo por la clase trabajadora", Autor: joaquineku, obtenido el 7 mayo 2017, https://memoriahabitante.wordpress.com/2017/03/05/delirio-educativo-por-la-clase-trabajadora/
miércoles, 21 de junio de 2017
lunes, 19 de junio de 2017
PAULO FREIRE y LOUIS NOT, TENDENCIAS PEDAGÓGICAS DEL CONOCIMIENTO EN TELESECUNDARIA
Existe un punto de
vista en que P. Freire y L. Not, coinciden y es en
que sus puntos de vista parten de que el saber se organiza en el exterior del
alumno, su aprendizaje es entonces una imposición desde afuera.
Freire a esto lo
llama “educación bancaria” y Not le da el nombre de
“heteroestructuración” o bien estructuración por parte de “otro”.
Como Freire
plantea que la pedagogía consiste en llevar a los educandos a que mejore su
situación actual cuestionando las estructuras sociales, no ha sido bien recibida su
pedagogía. Al contrario de las teorías de Not, ya que concibe al alumno
como un artesano que crea su personalidad y conciencia, sin cuestionarse su
papel en la sociedad.
En Louis Not, la
Educación se basa en la idea de realizar una transformación con finalidades
generales asignadas al proceso mediante el cual se organizan y desarrollan las
situaciones educativas.
Para Freire
existen tres tipos de sociedades:
- Sociedad cerrada: dividida en poderosos y desposeídos.
- Sociedad en transición: la toma de conciencia de si y para si de los desposeídos.
- Sociedad abierta: la sociedad es democrática.
En Freire Educar
es crear la capacidad de una actitud crítica permanente, de condición de opresión,
reflexione de sí mismo, tome conciencia y vea las posibilidades de transformar
su realidad para sí mismo.
El proceso
educativo no sigue el esquema transmisión-asimilación sino en el que el
educador problematiza a los educandos el contenido, no solo es enseñar, es
concientizar, es desciframiento de la realidad vivida.
La educación
bancaria es:
• El educador es siempre quien
educa, el educando el que es educado.
• El educador es quien sabe; los
educados quienes no saben.
• El educador es quien piensa,
el sujeto del proceso, los educandos los objetos pensados.
• El educador es quien habla;
los educandos quienes escuchan dócilmente.
• El educador es quien
disciplina, los educandos los disciplinados.
• El educador identifica la
autoridad del saber con su autoridad funcional, la que opone antagónicamente a
la libertad de los educandos. Son éstos quienes deben adaptarse a las
determinaciones de aquél.
• Finalmente, el educador es el
sujeto del proceso, los educandos, meros objetos.
OBRAS CONSULTADAS:
PALACIOS, Jesús. “La
cuestión Escolar”,4ª Edición, México, Fontamara, 1999, pp.526-555.
NOT, Louis, “Las pedagogías del conocimiento”, (Trad. Sergio René Mader Báez),
México, Fondo de Cultura Económica, 1987, pp. 7-272.
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